sábado, 27 de junio de 2020

fantasía

hola que tal, espero que esten bien y les agradezco por leer esto, el presente escrito nació como un reto por parte de uno de nuestros lectores quien me retó a escribir algo de índole erótica, la verdad no soy muy bueno en este genero pero espero que les guste y me regalen un comentario al final, gracias.

JLEA.


Enrase sus ojos frente a mí, sus labios temblaban por los nervios y mi corazón palpitaba por la emoción del momento.

Hacia unas horas le había dicho que la amaba y lo tanto que la deseo, después de tanto hablar al fin la convencí y ahí estábamos, mi habitación a media luz y nuestra soledad era el más maravilloso de los ambientes.

La besé y sentía su estremecer, incluso su aliento denotaba su nerviosismo y mi mano temblaba, le dije su nombre y la volví a besar, esta vez ya no podría más, su negro vestido y su blanca piel se llevaron mi sensatez, mi mano izquierda en su mejilla y la derecha en su cintura, y con otro beso mi mano bajo hasta su pecho tan redondo y cálido como un sol.

Mi mano derecha paso a su espalda y llego hasta el cierre de su vestido y no pude más que bajarlo, me miró y noto que no quería otra cosa más que poseerla y solo se limitó a ver como bajaba el cierre. Aquella prenda caía poco a poco dejando entrever el rojo color de su lencería, el mismo color que tanto había soñado en mis fantasías con ella.

Por fin la veía Así  y no podía más, la amaba y la deseaba tanto que aquello no me parecía real, le dije su nombre de nuevo y otro beso nos quitó el nervio. Se puso de pie para que pudiera quitarle el vestido y así lo hice, y su lencería y piel me excitaron tanto que sentía que en aquel momento podría renegar hasta de mi vida por entrar en su cuerpo.

Volvió a sentarse junto a mí en la cama y su negra cabellera le cubría los hombros, pero aun así pude ver un lunar que incitaba a besarle ahí, aquello fue inevitable; fue ahí que sentí mi ropa estorbar y mi camisa se fue de mi tan rápido que no sentí mas que sus brazos rodearme y mi bragueta desabrochar mi pantalón y ropa interior también se habían ido, estaba ahí junto a ella en plena y entera desnudez deseándola y amándola tanto como no podía más y sin duda alguna miró mi erección algo que no podía disimular.

Seguí besándola del hombro a los labios hasta que mi mano fue a dar a los broches de su brassiere, el cual desabroche con un poco de ayuda de ella puesto que mi nerviosismo se hacía evidente, quite la prenda con cuidado para descubrir sus pechos, aquello que tanto deseaba ver y eran mejor que mi imaginación, dos blancos cúmulos de piel adornados con unos exquisitos pezones color marrón, mi atención fue directo hacia ellos como un niño buscando el pecho de su madre y los besé hasta que sentí sus quejidos por una pequeña mordida que dí, ya no podía parar y solo vi sus ojos mirándome fijamente en actitud un tanto sumisa pero el deseo se podía ver.

Aquella mujer había sido tan deseada por mí que hasta este punto solo me enfocaba en hacer aquello que tanto había soñado en mis fantasías y sus pechos me parecían tan hermosos que de la nada me perdía en su piel peri aquello aun guardaba para mí lo más hermoso que ella tenía.

Siempre que veía pasar mi mirada se iba tras sus caderas y forma de caminar y ahora aquel monte de venus estaba aquí junto a mi tirada en mi cama como tantas veces la había soñado, esta vez mi mano izquierda no pudo más y se metió entre su ropa interior para tocar sus glúteos y por fin palpar con mis manos aquello, primero en forma de caricias y después apretando, le di un beso más en la boca para decirle nuevamente lo que la amo, y pegada a mi pude sentirla nuevamente estremecer mientras mi mano sujetaba su ropa interior, nuevamente se puso de pie para quitarla al fin la vi desnuda en plenitud.

Al fin descubrí su cuerpo, era una poesía y en ella estaba escrita lo más romántico del mundo y lo más erótico del universo. No pude más, me eché a la cama mientras ella subió sobre mí, nuestros calores se hallaron y mientras nos mirábamos fijamente pude entrar en su cuerpo, esta vez se estremeció con un dolor entre sus piernas, y yo ahí dentro pensaba más que con el instinto que con la cabeza y aquel repetitivo movimiento se llevaba tanto mi razón y la inteligencia que en aquel momento fui suyo y yo de ella, y mientras aquel movimiento se aceleraba y nuestros ritmos se acoplaban, me di cuenta que aquella venus que tanto buscaba, aquella Elena que tanto anhelaba estaba aquí dándome el mayor de los placeres aquel tan oculto, tan discreto, tan prohibido tan de ella y mío.

Juro que aquella noche fui más feliz que lo que hasta entonces había podido serlo, y cuando de repente nuestros cuerpos sucumbieron ante el orgasmo, mi semen quedo dentro de ella marcándola para siempre con mi nombre en su historia, ella bajó de mí y nos miramos fijamente su nombre salió de mi boca con un te amo y nuestros cuerpos quedaron ahí y rendidos para luego dormirnos en posición de abrazo. Ahí la amé y ahora en mis recuerdos la amo tanto que solo en mis recuerdos vive lo profundo de su pasión y lo hermoso de su ser...

FIN.


lunes, 22 de junio de 2020

La Noche De Mi Mal

Hay historias que se escriben para perdurar por siempre, para que los que vengan atrás puedan leerlas, para que ni el tiempo ni la muerte puedan con ellas, pero esta no es una de esas. Al decir verdad he retardado lo más posible el capítulo final ya que hasta este momento llegue a pensar que no tendría uno, sin embargo tuve que rendirme y darle uno.

La última vez que la vi fue algo fugaz, recuerdo que su silueta desprendía un aura de alegría mientras la mía un poco de ansiedad, sabía que era la última vez que la veía y eso me dejaba un sabor amargo en la boca que hasta escribir estas letras aún conservo,. Ella se acercó a mí y me dio un abrazo cálido con un beso en la mejilla (el penúltimo) que me arrancó una sonrisa, me miro amablemente y conversamos sobre mi presencia en aquel lugar, la verdad poco recuerdo hasta que cambiamos de tema y me lo dijo

-       - ¿Sabes que me voy este viernes? –

Aquella tarde era miércoles, y mi mente se volcó a la cercanía de la partida

-       - No, no sabía ¿Por qué tan pronto? –

Le dije aunque sabía perfectamente el porqué de aquella situación, aquel con que se iba había encontrado ya todo lo necesario en la nueva ciudad, ya nada la ataba aquí puesto que ella ya tenía su ansiada libertad. Y ni siquiera yo podría haberla detenido

-       - Si fíjate, estoy que me muero por irme, pero ya por fin -  

Me dijo con una sonrisa que se le notaba en todo el rostro

-       - Pues es una gran noticia,  ya verás que te ira muy bien, y pues a disfrutar todo lo nuevo que se viene, se que será una gran vida para ti. –

Le contesté siendo optimista

-       - Debes cuidarte mucho, te voy a extrañar y espero que pronto nos volvamos a ver, eres un gran amigo y pues estamos en contacto, no dejes de mandar mensaje cuando quieras. –

Fue cuando me dijo eso que mis ojos se pusieron vidriosos y lo disimulé lo mejor que pude. Nunca como en ese momento sentí la angustia de lo perdido, la forma de aquella despedida estaba siendo algo amena pero hubiese preferido que se quedara, que aunque fuese por lo más inverosímil del mundo me hubiese dicho que era broma y me amaba, o bien me hubiese pedido irme con ella, pero no, dios no cumple antojos y nuestra historia se cerraba ese día.

Un abrazo y un último beso cerraron aquel encuentro con la promesa de volvernos a ver en algún momento de nuestras vidas. Han pasado unos meses desde entonces.

No he escrito desde entonces porque como mencioné antes, hasta este momento esperaba que no fuera aquel el final. Esta tarde mientras me dedicaba a mis actividades abrí el cajón con aquella declaración de amor que escribí en aquella ocasión, y como una ironía de la vida, mientras recordaba esas palabras sonó aquella lapidaria frase de una canción de José Alfredo, que cual epitafio me recordaba aquel sabor amargo de mi boca y rezaba:

-       .- Si yo te hubiera dicho no me dejes, mi propio corazón se iba a reír -



viernes, 3 de abril de 2020

CRONICAS DE LA ANSIEDAD 7


Esta mañana abrí mi agenda y estaba ella, vi que estaba su nombre con un recordatorio de llamarle para un asunto sin importancia. Para nadie es un secreto que después de tanto que les he contado de ella, es evidente que estoy enamorado, sin embargo estoy casi seguro que ella no siente por mi más que un interés intelectual. Esta mañana cuando abrí la agenda recordé que había guardado celosamente aquel pretexto para llamarla, pero debido a las actuales circunstancias no podía hacerlo, estábamos confinados en casa y no existía alguna razón aparente para hacerlo.

¿Hay forzosamente que tener un pretexto para llamar a alguien y decirle que se le quiere? Se perfectamente que no, y aun se mas que es un deber decirle a alguien que se le quiere. La verdad yo no sé hablar y decirle lo tanto que la quiero, sé que la quiero, que si ella me lo pide sería capaz de hacer más cosas de las que ya he hecho por verla.

Hasta aquí tengo que recurrir a las analogías, por ejemplo que me es más fácil poder integrar funciones complejas, comprender conceptos que para algunos son inimaginables. Hoy me encuentro como Einstein ante mi teoría del todo, como napoleón ante Waterloo, como sherlock Holmes ante Irene Adler. Ella se ha convertido en la variable más indescifrable de esta ecuación llamada vida, en la batalla más complicada, en esa partida de ajedrez donde estoy frente a 16 reinas.

¿Cómo puedo describir este problema? Mi conclusión es que ella es como la mecánica Cuántica, puedo ingeniar miles de teorías, técnicas teoremas, predecir cómo se entrelazan las partículas, incluso escalar el teorema de funcionamiento de los átomos, pero en cuanto lo quiero llevarlo a la experimentación, me doy cuenta que nada está en donde lo predije, que las teorías no sirven y que sus variables ni siquiera son lo que pensaba que eran, y eso hace más interesante querer descifrarlo y seguir.

Hoy me gustaría preguntar ¿Cuál creen que sea esa variable que me falta por integrar en esta ecuación donde la quiero en forma exponencial?



domingo, 29 de marzo de 2020

Razones para querer


Hay veces que me veo en retrospectiva y me pongo a pensar que porque a pesar del tiempo sigo aferrado en quererla. En ocasiones pienso que es por mi orgullo de pensar que tengo que lograr que este conmigo por el simple ego del conquistador, otras creo que es porque necesito una mujer como ella que me regrese al piso siempre que empiece a subirme en un Ladrillo de egolatría, incluso a veces pienso que es porque siento que es la única oportunidad real que tengo de amar.

Todos esos pensamientos y  más vienen a mi cabeza cuando pienso en ella, mas sin duda siempre regreso a donde mismo cada vez que la miro, y es que sus defectos tienen algo que la hace ser perfectamente imperfecta, me encanta saber que a veces me necesita y le puedo salvar el día, o como se pone de mi parte en cada situación, y me es motivante echarle ganas a la vida porque tenemos muchos planes pendientes.

La verdad no sé qué me depare el destino al quererla, ni siquiera sé si ella me quiera, lo que sí sé que en un día de marzo la mire llegando a aquel lugar vestida de azul y llamó mi atención, desde ahí supe que haría lo que pudiera para que este conmigo, aun no lo consigo pero eso me motiva a olvidarme un poco del estrés, de la ansiedad y es por eso que me hace sentirme bien el quererla.

 A veces pienso que ella lo sabe, otras que no; pero si sé que gracias a lo que ella me hace sentir puedo sentirme Bécquer o Neruda, puedo escribir los versos más dulces o perderme en el universo de sus ojos, puedo ser don quijote en busca de dulcinea, porque igual que en el principito, ella es mi rosa y yo el zorro que ha domesticado.




viernes, 20 de marzo de 2020

ALCATRACES BLANCOS.


Hace un tiempo no la he visto, casi no la he llamado ni mucho menos tenido interacción con ella de alguna manera. Una tarde Salí de la oficina y tomé una ruta larga de camino a casa, al principio pensé solo en caminar y encender un cigarro pero poco a poco mi camino se desvió un poco por el centro de la ciudad y Después de cinco minutos me hallaba en aquella avenida mirando los aparadores fijamente; unas flores me llamaron la atención, unos blancos alcatraces que revivieron mi mente al momento aquel que le  pregunté por sus flores favoritas y me contestó que aquellas lo eran, ahora me hallaba ahí frente a esas flores con la oportunidad perfecta de llevárselas pero no tenía el pretexto.

Miré fijamente el aparador pensando si sería lo suficiente mente atrevido para comprar esas flores e ir a donde sabía que estaría, tenía el dinero, el conocimiento de donde estaría, incluso la espontaneidad de saber que le gustaría el detalle, pero no tenía el valor de hacerlo. Pensé en hacerlo pero miré mi reloj y vi que el tiempo no me sería suficiente para que ella aún estuviera ahí así que no me quedo de otra más que abortar la osadía y dejarla para otro día.

Los días corrieron y la situación mundial turbó mis planes, una emergencia sanitaria trajo la pandemia y por consiguiente la presente cuarentena, de manera que la florería cerró la misma tarde que por fin me decidí comprar las flores.

No he tenido contacto con ella, ni cruzado palabra, ni un mensaje ni una llamada, no se aun si este bien o no, pero si pudiera tener esa oportunidad de llevarle esas flores podría estar segura que se las llevaría y que aun espero que termine esta pandemia para tener oportunidad de llevárselas, y ver como se ilumina su cara al mirar esos alcatraces blancos.



sábado, 14 de marzo de 2020

Sin derecho a rendirse

En la vida hay que saber cuándo rendirse y aceptar que por más que se luche, algo no se va a conseguir, sin embargo yo no me había rendido nunca.

Esta vez me hallaba aquí mirándola fijamente tan sola como siempre esperando el momento o el pretexto adecuado para acercarme pero jamás llegaba. Un pensamiento más rodeaba mi cabeza, que joyas así no eran para tenerse guardadas, ni mucho menos para esconderse en un lugar recóndito, mujeres como ella había que lucirlas e impregnarse con su brillo; encontrarme con ella era como hallar el santo grial, cosa que jamás se deja ir.

Volví a mirarla fijamente que aquel color pálido de sus mejillas contrastaba con lo colorido de aquel jardín lleno de rosas, en ese mismo instante cruzó un pensamiento por mi mente

-        -  Yo jamás me he rendido, no será esta la primera vez.

Y como de la nada, me llego una epifanía de querer seguir insistiendo, recordé que Constantinopla tardó tres siglos en caer, que la poderosa roma alguna vez tan grande cayó también, aun hasta las murallas de Jericó cayeron. En ese instante me vi como Alejandro ante Persia esperando a conquistar babilonia, como  Marco Antonio esperando llegar a cleopatra, como Saladino esperando entrar a Jerusalén y que como Churchill “i´ll never give up”

Pasada mi emoción inicial de ánimo, aquel día junto a mi escritorio tome papel y lápiz para escribir lo siguiente: 

La mas dulce poesía, Así eres tu.
Una hoja del jardín del edén.
Una rima de becquer,
Un romance de lorca.


Mas hermosa que elena,
Ni dulcinea ni julieta,
Ni venus, ni Europa,
Ni tu sombra te igualan.

Eres para mi la epopeya mas célebre
La novela mas romántica,
La ópera mas bella,
El mas dulce de los cantares.

Ni shakespeare, ni cervantes,
Ni homero ni herodoto,
Aun ni el salmista pudieran pasmarte,
Le faltarían palabras al diccionario para describirte.

Y ante tal deficiencia de sinónimos, solo basta llamarte por tu nombre para describirte,
Eres sin duda la obra mas bella.


viernes, 28 de febrero de 2020

crónicas de la ansiedad 6


Aquella fue la última vez que la vi. De camino a aquel lugar tomé un taxi y el conductor puso aquella vieja canción sobre que decía “adiós le dije estrechándola en mis brazos” y sin querer comencé a pensar en cómo sería aquello, mas nunca pensé lo que aquel día me aguardaba.
Cuando llegue aquel lugar me vio, cruzamos algunas palabras tan corteses como siempre y hablamos sobre su próximo matrimonio, sobre sus preparativos y ahí mismo me lo dijo, aquel día se iba. Me habló de cómo se iba con su prometido y este le había pedido dejara su rutina para dedicarse a él, sin duda un tipo afortunado y una mujer enamorada, era como tener los cuatro ases. La verdad era que más que una plática, aquello era una despedida.
¿Cómo me sentí? La verdad es que algo en mí se quebraba por dentro, algo en mi me decía que debía sujetarla junto a mí y no dejarla ir por nada, algo me pedía que me arrodillara y le rogara que se quedara conmigo, la parte más fuerte me imploraba que aquella era la última oportunidad para decirle que la amaba. ¿y que hice? La abracé fuertemente sabiendo que era la última, le dí mis mejores deseos, le dije lo feliz que estaba por ella y nos despedimos, encendí un cigarro mientras seguí con la vista su figura por última vez, Llevaba una falda gris y una blusa blanca cubierta en su saco azul, sus pronunciadas caderas se movían al compás del movimiento de sus zapatillas y con ella se llevaba la última de mis ilusiones.
¿Llorar? Tal vez sí, pero jamás aprendí bien a llorar, los hombres no lloran, yo solo sabía escribir y cantar. Esa noche canté las melodías más tristes que conocía, sin embargo la que escuché esa mañana irónicamente había sido una premonición.
A veces aun al no poder llorar canto, sin embargo hoy amanecí con un nudo en la garganta, hoy es esa fecha que ella se casa, hoy callé mi guitarra e intenté llorar pero no pude, será por eso que tome la pluma y solo escribí estas letras, cada letra es una lagrima y cada verso un amor perdido…




sábado, 22 de febrero de 2020

crónicas de la ansiedad 5


Pocas veces se llega uno a sentir así, con ganas de renunciar a algo. En este punto de mi vida sabía que aquello que tanto anhelaba no iba a suceder jamás, por tanto que la quisiera ella no iba a ser para mí.  Esa tarde paso lo que sería el iceberg que rompió el barco de mi ilusión.

Ya entrado el medio día llegue a aquel lugar de costumbre donde siempre la encontraba, y ahí estaba ella tan viendo hacia mí  saludándome, un hola abrió la conversación y comencé a escuchar. Ella tomo el hilo de las cosas y me dijo aquello que siempre temía  escuchar, pero sabía que iba a suceder, me dijo que aquel hombre extraño, mi némesis, mi rival le había endulzado el oído hasta convencerla. Su rostro se iluminó tanto como si hablara de dios o algún santo y me relató de manera detallada como  se encontraron, salieron, de lo que hablaron; aquel relato tenia tantos pormenores que hasta ese punto pude notar el anillo que llevaba en el dedo anular de su mano, mismo que sin saberlo había sentenciado mi destino e hizo de aquellos los minutos más largos de mi vida.

Mi ansiedad interior se disparó haciéndome desear huir de ahí pero no pude moverme. Saqué un cigarro de la bolsa de mi camisa y lo encendí mientras dibujaba en mi rostro una sonrisa fingida.

-          ---Muchas felicidades, sé que te ira muy bien y serás muy feliz –

Pronuncié esas palabras y seguí fingiendo alegría por dentro mientras mi tristeza se apoderaba de mí deseando dejar todo a la deriva y huir muy lejos. Su teléfono sonó, era él; y como de la nada se disculpó y despidió de mí y como de costumbre unos versos perforaban mi mente, que eran en realidad aquello que quería decirle y no pude…

Hazme un favor la próxima vez que lo veas,
O cuando sientas que sea el momento,
Pregúntale:

¿Cuánto te quiere?
¿Qué haría por ti?
¿Qué ve en ti que le atraiga?
¿Por qué se enamoró de ti?

Y si te dice:
Que te quiere hasta morir,
Hazle saber que yo morí por ti,
Y que lo volvería a hacer.

Y si te dice que por ti,
Sería capaz de bajar las estrellas,
Dile que yo fui capaz de renunciar a ti
Para verte feliz con él.

Y si te dice:
Que le atraen tus ojos claros,
Dile que me atrae,
La manera en que vives la vida.

Y si te dice que se enamoró de ti,
Por tu forma de ser,
Es que no sabe que me enamoré de ti toda,
Hasta de tus defectos

Pero si se queda callado, pero si se ríe.
Es que te quiere más que yo,
Es que no necesita contestar.

Y si lo veo así,
Sabré que eres feliz, que hay alguien que te ame,
Incluso más que yo.

No como yo que jamás te lo dije.



domingo, 16 de febrero de 2020

una carta sin entregar

Aquella noche recién la había visto, cruzamos unas cuantas palabras en las que me dijo que se encontraba mal, que tenía un dejo de tristeza. Después de unos minutos se fue y me quedé meditando todo aquello, ¿Cómo sería posible que aquella mujer por la que yo sufría tanto pudiera también sufrir? Aquella pregunta me intrigó tanto que pensaba en hacer algo, algo para hacerla sonreír para hacerla sentir que contaba conmigo. Tengo que admitir que al no ser lo suficientemente valiente para hablarle, le escribí esta carta la cual jamás le entregué:

Hola, sé que en este momento soy el más inoportuno pero necesitaba decirte que estoy aquí para lo que necesites, que si te llegas a sentir sola solo dime a la hora que gustes y estaré, que no dudes que te quiero mucho y que sin duda cuentas conmigo, y que estaré esperando el momento que pueda verte, bien sabes que al menos para mí, verte es un privilegio y no tienes idea de cuan valiosa para mi eres.

¿Recuerdas que te dije que me intereso en algo no me rindo?, pues no quitaré el dedo del renglón y sigo insistiendo que quiero verte un día de estos... A menos que tengas otro punto de vista


Serán fuego las estrellas,
Serán frescas las primaveras,
Cuando tú me quieras,
Cuando tú me mires.

Volverán los soles a brillar
Y la luna a caminar,
Cuando me vuelvas a mirar,
Cuando por fin me quieras.

 Cuando me digas te quiero,
Cuando pasen mil eneros,
Cuando las hojas caigan,
Seguirán siendo fuego las estrellas.

Y cuando mis ojos se cierren,
Cuando mis inviernos lleguen,
Seguirán siendo fuego las estrellas.

Cuando me quieras…


sábado, 8 de febrero de 2020

Ciencia y Estética

Nunca me había puesto a pensar que las cosas son tan relativas desde el punto de vista de quien las observe, de como algo que para un hombre es tan grande y para otro es inmenso, de tan relativo que es un valor respecto a otro. Según Schrödinger un gato podría estar muerto y vivo a la vez dependiendo de su principio de incertidumbre, y según Einstein tiempo y espacio es una sola cosa que puede curvarse y contraerse sin más.

La ciencia me había podido explicar cosas desde pequeño, fenómenos naturales y leyes físicas que tendían siempre a llegar a una conclusión cierta de todo cuanto existía, sin embargo nunca lo entendí del todo hasta que la conocí. Hasta este punto habían ya corrido varios meses, a veces la veía pasar tan seguido los esporádicos cruces de palabra me convencían cada vez más que aquello se estaba muriendo, casi nunca tenía un rato a solas con ella, no la veía, incluso a veces pasaba días enteros sin que pudiera saber cómo estaba.

Por fin una tarde paso junto a mí y me saludo tan cálidamente como siempre, minutos antes alguien me había hecho enojar a tal punto que estaba cegado por la rabia, pero al mirarla el tiempo y el espacio se curvó tanto en su cuerpo que la gravedad me atrajo a ella nuevamente. Una superposición de manifestó en tal forma que estuve vivo y muerto al mismo tiempo mientras la miraba, y el efecto foto eléctrico de su vista deformó tanto la luz que solo pude verla, aquella tarde aprendí más de ciencia con solo verla de la que habría aprendido en una cátedra de Newton o Einstein.

jueves, 30 de enero de 2020

ÉPICA Y DEPORTE


Los dioses, semidioses y héroes han sido en todos los tiempos y todas las culturas una constante. El ejemplo de aquellos que logran lo que parecía imposible, y que en todos los campos del hacer humano muestran nuestras proyecciones más grandes en torno de aquello que nos une, y que la humanidad ha tenido desde Gilgamesh hasta Harry Potter, una figura icónica de aquello que le resulta una hazaña y una historia digna de perdurar, sin embargo en nuestra historia ha habido un tipo de héroes que logran cohesionar tanto a la humanidad que pueden dividir al mundo más profundamente que las propias banderas y fronteras, los deportistas.
Durante los últimos años héroes como Gilgamesh, Teseo, hércules, el cid, han pasado  a ser sustituidos por personajes como Carl Lewis, Pelé, Babe Ruth, Joe Montana, Michael jordan o Cristiano Ronaldo, dando como resultado toda una iconografía de personajes que desplazan a la antigüedad.  Quizá debido a los medios de difusión o bien a la forma que se han sustituido a los personajes literarios o políticos por los mediáticos deportistas que se advierte que estos últimos parecieran más importantes que la misma política nacional. Una gran mayoría de las personas podrían recordar los campeonatos de su equipo favorito, pero solo un puñado podrán recordar alguna de las 12 tareas de hércules, y aunque pareciera ser algo malo, esto es solo el resultado de aquello que en el presente vivimos.
¿Pero que tienen en común Peyton Manning y Teseo? ¿Qué lleva a comparar a Lionel Messi o Maradona con Guillermo Tell? En mi opinión puedo decirles que los deportistas modernos enarbolan aquellas virtudes que notamos como inalcanzables en nuestra óptica personal, pero que sin embargo ellos parecen ser los únicos en poder lograrlos. En una forma muy genérica, todos podemos lanzar un balón, pero nadie como Peyton Manning; todos podemos correr, pero nadie como Usain Bolt, o bien solo Messi puede hacer gambetas como Messi (aunque a mí me guste más como juega Cristiano Ronaldo). Al igual que como lo se dice hoy de los grandes deportistas, en la antigüedad se tenía la creencia que aquellos héroes históricos o mitológicos eran los únicos que podían lograr cosas imposibles aunque siempre subsistía la creencia que lo podían porque eran más que humanos.
Yo crecí en un mundo donde los héroes del momento eran John Elway, Fernando Valenzuela, Ronaldihno o bien Michael Jordan, sin embargo he visto que incluso en mi pequeño lapso de vida aquellos que eran mis héroes han sido reemplazados por personajes deportivos como Tom Brady, Messi, Clayton Kershaw o Lebron James. De esto puedo concluir que todos los héroes son hombres de su tiempo, sin embargo solo aquellos que lo merecen logran trascender, de lo cual podemos concluir que solo personajes que dejan huella pueden llegar a esa categoría de mitológicos, esa categoría de deportistas que solo alcanzan aquellos como Babe Ruth, Joe Montana, Michael Jordan, Alfredo Di Stefano o bien Teseo, Churchill y el Barón Rojo.
Y bien para ti
¿Qué deportista merece la categoría de héroe?



viernes, 24 de enero de 2020

de Épica y Pasiones 2

Pasaron dos semanas para volverla a ver, esta vez conocía ya su nombre, sabía quién era el que siempre la acompañaba y hasta el lugar donde solía estar. Nuevamente paso junto a mí y esta vez me regaló una sonrisa, iba vestida de negro, llevaba
Un vestido que permitía ver a plenitud su silueta, su marcada cintura y prominentes caderas se robaban como siempre mi atención.

Los pocos segundos que duró su andar se volvieron eternos en mi memoria, y fue en ese momento más interesante que cualquier historia, mi mente volaba ya sin rumbo, me sabía perdido por su actitud, el misterio que encerraba era más profundo que cualquier teoría y sus ojos más lindos que cualquier estrella, ahí supe perfectamente que me había enamorado.

Y cada vez que la veía pasar, era así, una poesía hecha mujer, la novela más romántica, cada parte de su piel era una página más interesante, la más hermosa opera, la más realista escultura, el más erótico de mis poemas. Nació desde entonces mi deseo, no había más interés para mí que su misterio y aunque hubiese mil rosas más hermosas, para mi ella era nada más. Jamás había deseado tanto a alguien, tenía que averiguar todo de ella, a que sabían sus besos, el ritmo de su respiración, como estremecer su piel. Tenía que saber cómo quebrar su voz, como olía su esencia, como abrazaban sus brazos, y aunque siempre me había jactado de santo, por dentro me moría por pecar con ella.



sábado, 18 de enero de 2020

Relato de un sueño.

He soñado con ella, ha sido mía aunque fuese en mis sueños, su cabeza pegada a mi pecho, mis brazos rodeando su cuerpo. He soñado con ella y sus ojos me miraban, su respiración pausada, ella dormida entre mis brazos. La soné amándola y sus besos fueron míos, su aroma a rosas cubría también mi cuerpo, su tersa piel rosando junto a la mía y pude hasta sentir como sus cabello bajaba hasta su espalda.


Había soñado con ella y cuando desperté me di cuenta que había sido una fantasía, no estaba su cuerpo junto al mío, ni sus brazos, si sus ojos, sin embargo su aroma aun me era perceptible. Se bien que no fue real pero al menos en mis sueños la besé, la abracé y la acaricie a mis anchas, al menos en mis sueños me dijo que me amaba, al menos en mis sueños había sido mía.

Y así como una potente droga, al despertar necesitaba otra dosis, sus besos sus caricias, su cuerpo, la necesitaba. El día transcurrió normal, sin embargo por dentro la ansiedad me quemaba, un síndrome de abstinencia que atormentaba, y sólo esperaba llegar a aquel lugar para mirarla, el mayor premio del día.

Desgraciadamente por más cigarros que fumé junto a la puerta y por más tiempo que esperé, no pude verla, sin embargo la noche anterior, aunque fuera solo en mi sueño, había sido mía y en mi cabeza se rezaba este verso:

Tengo ganas de verte,
Aunque sea un segundo, una mirada.
Tengo ganas de robarle al reloj una manecilla,
Para detenerlo en el momento que te vea.
Capturar en mi alma tu reflejo más eterno,
Para que en el momento de mi muerte,
Seas lo último que vea.




lunes, 13 de enero de 2020

Crónicas de la ansiedad 4

Pocas veces en mi vida me había puesto a reflexionar las historias de espera, de distancia, de esperanza; ya fuera porque mi ansiedad me había totalmente contrario a las esperas, o porque en mi opinion las esperas desgastaban al humano volviéndose mas obsesivo, el hecho era que odiaba profundamente esperar.

Una tarde de diciembre me propuse por fín terminar aquel libro que no podía, aquel sobre una espera larga y prolongada. Me embarque tanto en aquella lectura que sin querer me la terminé, y solo quedó en mi aquel sentimiento de pensar en las esperas. Como aquel hombre que había esperado casi 52 años por su amada, me encontraba en ese mismo estado después de una semana de no verla. Sin duda en aquellas ultimas semanas había tenido incluso una propuesta por parte de una chica para salir, aun aquella ex que me habia despreciado años antes me habia llamado, pero igual que aquel hombre, preferí esperarla a ella.

No sabia si podría soportar los 52 años, si podría pasar los 20 años que pasó odiseo lejos de Penélope, si siquiera si podria esperar los 6 meses que esperaba hades en el infierno a persefone, sólo sabia que en ese instante, podría soportar el castigo eterno de prometeo si al final de aquello pudiera verla.

jueves, 9 de enero de 2020

De Épica y Pasiones

En mi vida he leído tantas historias, de Aquiles y Briseida, de marco Antonio y Cleopatra, de Sherlock Holmes e Irene Adler, de romero y Julieta, había leído tantas historias que renegaba del mundo real. Pensaba siempre que becquer era el último romántico y el romanticismo había muerto con él, que el último épico era Churchill y la última pisca de heroísmo se fue en su ataúd. En mi vida había conocido tanto de los libros que no concebía aquellas emociones en el mundo real, pero un día cuando aquella mujer apareció ante mis ojos lo descubrí, descubrí que las emociones se detonaban por un incentivo, comprendí que el deseo, la fuerza, el heroísmo, y la entrega se movían por algo, en este caso por alguien.

De pronto y un día sin saberlo, me halle como Aquiles buscando a mi Briseida, como Odiseo yendo en busca de mi Penélope, como Zeus convirtiéndome en águila por mi Europa, y como Paris cambiándolo todo por mi helena. En ese momento entendí que había encontrado a mi cleopatra que reinaba sobre Egipto, a mi Julieta que le robaba y belleza al sol, a mi Afrodita de prohibido erotismo. Desde ese momento la epopeya se había convertido en buscarla, el romanticismo vivía en sus ojos y el paraíso eran sus brazos y el infierno se hallaba en su ausencia. Me había convertido en escritor y ella en el más hermoso de los libros el más misterioso y la historia que más deseaba leer. ¿Cuál era la mejor de los libros? Sin duda era si piel, y muero por leerla.



domingo, 5 de enero de 2020

Crónicas de Ansiedad 3

Era de noche y la recordaba más que nunca, su cabello como el cielo, sus ojos como luceros, sus mejillas como la luna Blanca y sus labios como la vía Láctea que se dibujaba en el firmamento. Era de noche y no podía sacarla de mi cabeza, cualquier pretexto me llevaba a ella, la brisa nocturna me hacía desear sus brazos, y aquella taza de café me remitía a pensar en el sabor de sus besos.

La noche seguía corriendo hasta llegar la madrugada, encendí un cigarro y me fume hasta el último aliento de su respiración. De repente mi sueño me transportó nuevamente a sus brazos y la brisa me cubrió como si fuera ella, la luz de luna pasaba en mi ventana como si ella me mirara, y hasta en el cantar de los grillos sentí el ritmo de su corazón latiendo junto a mi pecho.

Era de noche y la noche se iba, y como los amantes nocturnos ella se esfumaba de mis brazos, la luna dio paso a la aurora y al despertar ella ya no estaba, su brazos se habían ido, su respiración ya no estaba, hasta el latido de su corazón se había ido, sin embargo esa noche como muchas otras, en mi soledad ella durmió conmigo y la amé como tantas veces la había amado y cuando desperté aún la amaba.

miércoles, 1 de enero de 2020

Crónica de la ansiedad 2

Ese terrible sentimiento de pensar que a uno, algo le hace falta, pensar que le falta algo y que sin eso no se puede estar agosto; esa terrible angustia de pensar en aquello se haya perdido o se siente extrañar. Ella me hacía falta, tanto como un cigarro por las tardes, como un café por las Mañanas o como melodía de diario. La había querido tantas veces, la había soñado tantas veces que ahora que sentía su ausencia en un periodo prolongado, sentía que me hacía falta.

Hay cosas que uno sabe que le son indispensables, un pedazo de pan, un vaso de agua, una bocanada de aire, sin embargo en aquel momento hubiese cambiado todo cuanto tenía por uno de sus besos, al final de cuentas era aquello lo que me hacía falta.

Aquí estando a punto de dormir, teniendo todo cuanto deseo, sabiendo que mañana tendré un techo seguro, que mi vida no correrá peligro, que tendré que comer y beber  y más aún cuando sé que para vivir no me falta nada, hoy sé que me falta lo más importante, ella me hace falta.
JLEA.