hola que tal, espero que esten bien y les agradezco por leer esto, el presente escrito nació como un reto por parte de uno de nuestros lectores quien me retó a escribir algo de índole erótica, la verdad no soy muy bueno en este genero pero espero que les guste y me regalen un comentario al final, gracias.
JLEA.
Enrase sus ojos
frente a mí, sus labios temblaban por los nervios y mi corazón palpitaba por la
emoción del momento.
Hacia
unas horas le había dicho que la amaba y lo tanto que la deseo, después de
tanto hablar al fin la convencí y
ahí estábamos, mi habitación a media luz y nuestra soledad era el más
maravilloso de los ambientes.
La
besé y sentía su estremecer, incluso su aliento denotaba su nerviosismo y mi
mano temblaba, le dije su
nombre y la volví a besar, esta vez ya no podría más, su negro vestido y su
blanca piel se llevaron mi sensatez, mi mano izquierda en su mejilla y la
derecha en su cintura, y con otro beso mi mano bajo hasta su pecho tan redondo
y cálido como un sol.
Mi
mano derecha paso a su espalda y llego hasta el cierre de su vestido y no pude más
que bajarlo, me miró y noto que no quería otra cosa más que poseerla y solo se
limitó a ver como bajaba el cierre. Aquella prenda caía poco a poco dejando
entrever el rojo color de su lencería, el mismo color que tanto había soñado en
mis fantasías con ella.
Por
fin la veía Así y no podía más, la amaba y la deseaba tanto que aquello
no me parecía real, le dije su nombre de nuevo y otro beso nos quitó el nervio.
Se puso de pie para que pudiera quitarle el vestido y así lo hice, y su lencería
y piel me excitaron tanto que sentía que en aquel momento podría renegar hasta
de mi vida por entrar en su cuerpo.
Volvió
a sentarse junto a mí en la cama y su negra cabellera le cubría los hombros,
pero aun así pude ver un lunar que incitaba a besarle ahí, aquello fue
inevitable; fue ahí que sentí mi ropa estorbar y mi camisa se fue de mi tan rápido
que no sentí mas que sus brazos rodearme y mi bragueta desabrochar mi pantalón
y ropa interior también se habían ido, estaba ahí junto a ella en plena y
entera desnudez deseándola y amándola tanto como no podía más y sin duda alguna
miró mi erección algo que no podía disimular.
Seguí
besándola del hombro a
los labios hasta que mi mano fue a dar a
los broches de su brassiere, el cual desabroche
con un poco de ayuda de ella puesto que mi nerviosismo se hacía evidente, quite
la prenda con cuidado para descubrir sus pechos, aquello que tanto deseaba ver
y eran mejor que mi imaginación, dos blancos cúmulos de piel adornados con unos
exquisitos pezones color marrón, mi atención fue directo hacia ellos como un
niño buscando el pecho de su madre y los besé hasta que sentí sus quejidos por
una pequeña mordida que dí, ya no podía parar y solo vi sus ojos mirándome
fijamente en actitud un tanto sumisa pero el deseo se podía ver.
Aquella
mujer había sido tan deseada por mí que hasta este punto solo me enfocaba en
hacer aquello que tanto había soñado en mis fantasías y sus pechos me parecían
tan hermosos que de la nada me perdía en su piel peri aquello aun guardaba para
mí lo más hermoso que ella tenía.
Siempre
que veía pasar mi mirada se iba tras sus caderas y forma de caminar y
ahora aquel monte de venus estaba aquí junto a mi tirada en mi cama como tantas
veces la había soñado, esta vez mi mano izquierda no pudo más y se metió entre
su ropa interior para tocar sus glúteos y por fin palpar con
mis manos aquello, primero en forma de caricias y después apretando, le di un
beso más en la boca para decirle nuevamente lo que la amo, y pegada a mi pude
sentirla nuevamente estremecer mientras mi mano sujetaba su ropa interior,
nuevamente se puso de pie para quitarla al fin la vi desnuda en plenitud.
Al
fin descubrí su cuerpo, era una poesía y en ella estaba escrita lo más romántico
del mundo y lo más erótico del universo. No pude más, me eché a la cama mientras ella subió sobre mí, nuestros calores se hallaron y mientras
nos mirábamos fijamente pude
entrar en su cuerpo, esta vez se estremeció con un dolor entre sus piernas, y
yo ahí dentro pensaba más que con el instinto que
con la cabeza y
aquel repetitivo movimiento se llevaba tanto mi razón y la inteligencia que en
aquel momento fui suyo y yo de ella, y mientras aquel movimiento se
aceleraba y nuestros ritmos se acoplaban, me di cuenta que aquella venus que
tanto buscaba, aquella Elena que tanto anhelaba estaba aquí dándome el mayor de
los placeres aquel tan oculto, tan discreto, tan prohibido tan de ella y mío.
Juro
que aquella noche fui más feliz que lo que hasta entonces había podido serlo, y
cuando de repente nuestros cuerpos sucumbieron ante el orgasmo, mi semen quedo
dentro de ella marcándola para siempre con mi nombre en su historia, ella bajó
de mí y nos miramos fijamente su nombre salió de mi boca con un
te amo y nuestros cuerpos quedaron ahí y rendidos para luego dormirnos en posición
de abrazo. Ahí la amé y ahora en mis recuerdos la
amo tanto que solo en mis recuerdos vive lo profundo de su pasión y lo hermoso
de su ser...
FIN.