Esta mañana abrí mi agenda y estaba ella, vi
que estaba su nombre con un recordatorio de llamarle para un asunto sin
importancia. Para nadie es un secreto que después de tanto que les he contado
de ella, es evidente que estoy enamorado, sin embargo estoy casi seguro que
ella no siente por mi más que un interés intelectual. Esta mañana cuando abrí
la agenda recordé que había guardado celosamente aquel pretexto para llamarla,
pero debido a las actuales circunstancias no podía hacerlo, estábamos confinados
en casa y no existía alguna razón aparente para hacerlo.
¿Hay forzosamente que tener un pretexto para
llamar a alguien y decirle que se le quiere? Se perfectamente que no, y aun se
mas que es un deber decirle a alguien que se le quiere. La verdad yo no sé
hablar y decirle lo tanto que la quiero, sé que la quiero, que si ella me lo
pide sería capaz de hacer más cosas de las que ya he hecho por verla.
Hasta aquí tengo que recurrir a las analogías,
por ejemplo que me es más fácil poder integrar funciones complejas, comprender
conceptos que para algunos son inimaginables. Hoy me encuentro como Einstein ante
mi teoría del todo, como napoleón ante Waterloo, como sherlock Holmes ante
Irene Adler. Ella se ha convertido en la variable más indescifrable de esta ecuación
llamada vida, en la batalla más complicada, en esa partida de ajedrez donde
estoy frente a 16 reinas.
¿Cómo puedo describir este problema? Mi conclusión
es que ella es como la mecánica Cuántica, puedo ingeniar miles de teorías, técnicas
teoremas, predecir cómo se entrelazan las partículas, incluso escalar el
teorema de funcionamiento de los átomos, pero en cuanto lo quiero llevarlo a la
experimentación, me doy cuenta que nada está en donde lo predije, que las teorías
no sirven y que sus variables ni siquiera son lo que pensaba que eran, y eso
hace más interesante querer descifrarlo y seguir.
Hoy me gustaría preguntar ¿Cuál creen que sea
esa variable que me falta por integrar en esta ecuación donde la quiero en
forma exponencial?