viernes, 28 de febrero de 2020

crónicas de la ansiedad 6


Aquella fue la última vez que la vi. De camino a aquel lugar tomé un taxi y el conductor puso aquella vieja canción sobre que decía “adiós le dije estrechándola en mis brazos” y sin querer comencé a pensar en cómo sería aquello, mas nunca pensé lo que aquel día me aguardaba.
Cuando llegue aquel lugar me vio, cruzamos algunas palabras tan corteses como siempre y hablamos sobre su próximo matrimonio, sobre sus preparativos y ahí mismo me lo dijo, aquel día se iba. Me habló de cómo se iba con su prometido y este le había pedido dejara su rutina para dedicarse a él, sin duda un tipo afortunado y una mujer enamorada, era como tener los cuatro ases. La verdad era que más que una plática, aquello era una despedida.
¿Cómo me sentí? La verdad es que algo en mí se quebraba por dentro, algo en mi me decía que debía sujetarla junto a mí y no dejarla ir por nada, algo me pedía que me arrodillara y le rogara que se quedara conmigo, la parte más fuerte me imploraba que aquella era la última oportunidad para decirle que la amaba. ¿y que hice? La abracé fuertemente sabiendo que era la última, le dí mis mejores deseos, le dije lo feliz que estaba por ella y nos despedimos, encendí un cigarro mientras seguí con la vista su figura por última vez, Llevaba una falda gris y una blusa blanca cubierta en su saco azul, sus pronunciadas caderas se movían al compás del movimiento de sus zapatillas y con ella se llevaba la última de mis ilusiones.
¿Llorar? Tal vez sí, pero jamás aprendí bien a llorar, los hombres no lloran, yo solo sabía escribir y cantar. Esa noche canté las melodías más tristes que conocía, sin embargo la que escuché esa mañana irónicamente había sido una premonición.
A veces aun al no poder llorar canto, sin embargo hoy amanecí con un nudo en la garganta, hoy es esa fecha que ella se casa, hoy callé mi guitarra e intenté llorar pero no pude, será por eso que tome la pluma y solo escribí estas letras, cada letra es una lagrima y cada verso un amor perdido…




sábado, 22 de febrero de 2020

crónicas de la ansiedad 5


Pocas veces se llega uno a sentir así, con ganas de renunciar a algo. En este punto de mi vida sabía que aquello que tanto anhelaba no iba a suceder jamás, por tanto que la quisiera ella no iba a ser para mí.  Esa tarde paso lo que sería el iceberg que rompió el barco de mi ilusión.

Ya entrado el medio día llegue a aquel lugar de costumbre donde siempre la encontraba, y ahí estaba ella tan viendo hacia mí  saludándome, un hola abrió la conversación y comencé a escuchar. Ella tomo el hilo de las cosas y me dijo aquello que siempre temía  escuchar, pero sabía que iba a suceder, me dijo que aquel hombre extraño, mi némesis, mi rival le había endulzado el oído hasta convencerla. Su rostro se iluminó tanto como si hablara de dios o algún santo y me relató de manera detallada como  se encontraron, salieron, de lo que hablaron; aquel relato tenia tantos pormenores que hasta ese punto pude notar el anillo que llevaba en el dedo anular de su mano, mismo que sin saberlo había sentenciado mi destino e hizo de aquellos los minutos más largos de mi vida.

Mi ansiedad interior se disparó haciéndome desear huir de ahí pero no pude moverme. Saqué un cigarro de la bolsa de mi camisa y lo encendí mientras dibujaba en mi rostro una sonrisa fingida.

-          ---Muchas felicidades, sé que te ira muy bien y serás muy feliz –

Pronuncié esas palabras y seguí fingiendo alegría por dentro mientras mi tristeza se apoderaba de mí deseando dejar todo a la deriva y huir muy lejos. Su teléfono sonó, era él; y como de la nada se disculpó y despidió de mí y como de costumbre unos versos perforaban mi mente, que eran en realidad aquello que quería decirle y no pude…

Hazme un favor la próxima vez que lo veas,
O cuando sientas que sea el momento,
Pregúntale:

¿Cuánto te quiere?
¿Qué haría por ti?
¿Qué ve en ti que le atraiga?
¿Por qué se enamoró de ti?

Y si te dice:
Que te quiere hasta morir,
Hazle saber que yo morí por ti,
Y que lo volvería a hacer.

Y si te dice que por ti,
Sería capaz de bajar las estrellas,
Dile que yo fui capaz de renunciar a ti
Para verte feliz con él.

Y si te dice:
Que le atraen tus ojos claros,
Dile que me atrae,
La manera en que vives la vida.

Y si te dice que se enamoró de ti,
Por tu forma de ser,
Es que no sabe que me enamoré de ti toda,
Hasta de tus defectos

Pero si se queda callado, pero si se ríe.
Es que te quiere más que yo,
Es que no necesita contestar.

Y si lo veo así,
Sabré que eres feliz, que hay alguien que te ame,
Incluso más que yo.

No como yo que jamás te lo dije.



domingo, 16 de febrero de 2020

una carta sin entregar

Aquella noche recién la había visto, cruzamos unas cuantas palabras en las que me dijo que se encontraba mal, que tenía un dejo de tristeza. Después de unos minutos se fue y me quedé meditando todo aquello, ¿Cómo sería posible que aquella mujer por la que yo sufría tanto pudiera también sufrir? Aquella pregunta me intrigó tanto que pensaba en hacer algo, algo para hacerla sonreír para hacerla sentir que contaba conmigo. Tengo que admitir que al no ser lo suficientemente valiente para hablarle, le escribí esta carta la cual jamás le entregué:

Hola, sé que en este momento soy el más inoportuno pero necesitaba decirte que estoy aquí para lo que necesites, que si te llegas a sentir sola solo dime a la hora que gustes y estaré, que no dudes que te quiero mucho y que sin duda cuentas conmigo, y que estaré esperando el momento que pueda verte, bien sabes que al menos para mí, verte es un privilegio y no tienes idea de cuan valiosa para mi eres.

¿Recuerdas que te dije que me intereso en algo no me rindo?, pues no quitaré el dedo del renglón y sigo insistiendo que quiero verte un día de estos... A menos que tengas otro punto de vista


Serán fuego las estrellas,
Serán frescas las primaveras,
Cuando tú me quieras,
Cuando tú me mires.

Volverán los soles a brillar
Y la luna a caminar,
Cuando me vuelvas a mirar,
Cuando por fin me quieras.

 Cuando me digas te quiero,
Cuando pasen mil eneros,
Cuando las hojas caigan,
Seguirán siendo fuego las estrellas.

Y cuando mis ojos se cierren,
Cuando mis inviernos lleguen,
Seguirán siendo fuego las estrellas.

Cuando me quieras…


sábado, 8 de febrero de 2020

Ciencia y Estética

Nunca me había puesto a pensar que las cosas son tan relativas desde el punto de vista de quien las observe, de como algo que para un hombre es tan grande y para otro es inmenso, de tan relativo que es un valor respecto a otro. Según Schrödinger un gato podría estar muerto y vivo a la vez dependiendo de su principio de incertidumbre, y según Einstein tiempo y espacio es una sola cosa que puede curvarse y contraerse sin más.

La ciencia me había podido explicar cosas desde pequeño, fenómenos naturales y leyes físicas que tendían siempre a llegar a una conclusión cierta de todo cuanto existía, sin embargo nunca lo entendí del todo hasta que la conocí. Hasta este punto habían ya corrido varios meses, a veces la veía pasar tan seguido los esporádicos cruces de palabra me convencían cada vez más que aquello se estaba muriendo, casi nunca tenía un rato a solas con ella, no la veía, incluso a veces pasaba días enteros sin que pudiera saber cómo estaba.

Por fin una tarde paso junto a mí y me saludo tan cálidamente como siempre, minutos antes alguien me había hecho enojar a tal punto que estaba cegado por la rabia, pero al mirarla el tiempo y el espacio se curvó tanto en su cuerpo que la gravedad me atrajo a ella nuevamente. Una superposición de manifestó en tal forma que estuve vivo y muerto al mismo tiempo mientras la miraba, y el efecto foto eléctrico de su vista deformó tanto la luz que solo pude verla, aquella tarde aprendí más de ciencia con solo verla de la que habría aprendido en una cátedra de Newton o Einstein.