Hace un tiempo no la he
visto, casi no la he llamado ni mucho menos tenido interacción con ella de
alguna manera. Una tarde Salí de la oficina y tomé una ruta larga de camino a
casa, al principio pensé solo en caminar y encender un cigarro pero poco a poco
mi camino se desvió un poco por el centro de la ciudad y Después de cinco
minutos me hallaba en aquella avenida mirando los aparadores fijamente; unas
flores me llamaron la atención, unos blancos alcatraces que revivieron mi mente
al momento aquel que le pregunté por sus
flores favoritas y me contestó que aquellas lo eran, ahora me hallaba ahí frente
a esas flores con la oportunidad perfecta de llevárselas pero no tenía el
pretexto.
Miré fijamente el aparador
pensando si sería lo suficiente mente atrevido para comprar esas flores e ir a
donde sabía que estaría, tenía el dinero, el conocimiento de donde estaría,
incluso la espontaneidad de saber que le gustaría el detalle, pero no tenía el
valor de hacerlo. Pensé en hacerlo pero miré mi reloj y vi que el tiempo no me
sería suficiente para que ella aún estuviera ahí así que no me quedo de otra más
que abortar la osadía y dejarla para otro día.
Los días corrieron y la situación
mundial turbó mis planes, una emergencia sanitaria trajo la pandemia y por consiguiente
la presente cuarentena, de manera que la florería cerró la misma tarde que por
fin me decidí comprar las flores.
No he tenido contacto con
ella, ni cruzado palabra, ni un mensaje ni una llamada, no se aun si este bien
o no, pero si pudiera tener esa oportunidad de llevarle esas flores podría estar
segura que se las llevaría y que aun espero que termine esta pandemia para
tener oportunidad de llevárselas, y ver como se ilumina su cara al mirar esos
alcatraces blancos.
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